sábado, 9 de septiembre de 2017

117 Cantigas de Santa María







Una costurera prometió no trabajar los sábados.
 El diablo la tentó y ella olvidó su voto.
 Como castigo, sus manos estaban retorcidas.
 Varios remedios no la sanaron,
 y las peregrinaciones a numerosas iglesias
fueron igualmente ineficaces.
 Finalmente, fue a Chartres
 y se arrepintió, llorando.
 La Virgen la curó.



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