Muchos peregrinos fueron a rezar
en una ermita dedicada a Saint Michel
Nadie podía salir o entrar en ese lugar
cuando había pleamar.
Un día una mujer embarazada trató de ir a la ermita.
La marea entró y la atrapó,
porque no podía caminar lo suficientemente rápido.
Estaba completamente sumergida en el mar.
Temiendo por su vida, rezó a la Virgen.
Al oír su súplica, la Virgen la cubrió con su manto.
Las olas se calmaron y la mujer dio a luz.
Llevó a su hijo recién nacido a Saint Michel
y contó todo sobre el milagro.
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